La vida trae hasta nosotros situaciones complejas, momentos que nos pueden llevar a experimentar un trauma y grandes problemas emocionales.
La pandemia por Covid-19 está siendo para muchas personas, un suceso traumático por el cambio en las rutinas cotidianas y por la adaptación que han tenido que hacer en su vida. Para muchos otros, el trauma ha venido por la propia enfermedad, por haber tenido que estar durante meses en una UCI, por sufrir secuelas o por no haberse podido despedir de sus seres queridos que han fallecido en estos tiempos.
Las adversidades son habituales en la vida, no las podemos evitar. Lo que sí podemos decidir es cómo viviremos esas adversidades y crisis. Podemos ver en ellas una gran amenaza o podemos ver oportunidades. Todo depende de esta primera decisión, la más importante.
Hace unos meses hice un directo en Instagram para hablar de la fatiga pandémica y una de las asistentes me hizo dos preguntas muy interesantes… Hoy quiero responderlas en este maravilloso blog porque quiero compartir contigo las oportunidades que se encuentran dormidas dentro de las crisis y situaciones traumáticas.
¿Podemos sanarnos a nosotros mismos en ambientes traumáticos (como en la pandemia)?
Lo primero que quiero que sepas, es que cuando yo hablo de sanación, me refiero a cambiar aquello que no nos ayuda y que incluso nos hace sentir mal. Pueden ser pensamientos o creencias (propias y heredadas) y también maneras de ver la vida que ya no se corresponden con nosotros.
Cuando sanamos, iniciamos una relación diferente con nosotros mismos, donde nos aceptamos y nos queremos más, por lo que también nos cuidamos.
Creo que las situaciones traumáticas o adversidades (como la pandemia), tienen el poder de empujarnos a esa sanación profunda, que al fin y al cabo es un viaje hacia uno mismo para conocernos mejor y abandonar los patrones, pensamientos, creencias y conductas que ya no nos ayudan ni representan.
Pero también creo que la sanación la hacemos cuando vivimos desde la paz, serenidad y calma, solo que las adversidades nos empujan con más fuerza hacia ese cambio. En ocasiones nos perdemos en la angustia, en el dolor y sufrimiento y es en esos momentos en los que sentimos que nos perdemos a nosotros mismos, que lo que estamos viviendo cambiará por siempre nuestra vida.
Creo que el crecimiento interno es potenciado por las adversidades, por esas situaciones complejas que nos llevan a lugares de nosotros mismos que solemos explorar por miedo.
Para muchas personas, la pandemia por Covid-19 ha sido ese empujón que necesitaban para dedicarse más tiempo y conocerse. De modo que sí, podemos sanarnos en entornos traumáticos.
¿Y si nos sanamos a nosotros mismos, sanamos a otros?
Creo que cuando sanamos nuestra mente y emociones, nos convertimos en una persona diferente, somos más flexibles, dejamos de juzgar, vivimos en el presente y todo esto cambia la manera en que nos mostramos al mundo y a los demás.
Y cuando tú sanas y cambias desde dentro, tu entorno observa el cambio y esa puede ser la señal para que otras personas sanen y evolucionen. El budismo dice que todos estamos conectados, que todos somos uno y nuestro ejemplo impacta en los demás.
Una de las maneras en que solemos aprender los humanos, es por medio de la observación. Cuando alguien de nuestro entorno cambia, puede que al principio no seamos conscientes de ello, porque los cambios internos tardan un tiempo en hacerse visibles. Son como la semilla, que primero debe germinar bajo tierra creando raíces, para más tarde mostrase al mundo en todo su esplendor.
Los seres humanos somos así también, de modo que cuando otras personas comienzan a darse cuenta de nuestros cambios, es porque esa semilla que estamos regando cada día, ya es fuerte y es capaz de compartir con los demás su esplendor.
Recuerda que las semillas deben estar a oscuras, en soledad y en ocasiones son presionadas por la tierra, pero es una presión necesaria. Ocurre lo mismo contigo y conmigo… necesitamos soledad, un toque de oscuridad y un poco de presión para crecer desde dentro.
En mi trabajo, explorando universos ajenos y maravillosos, me he dado cuenta de que el crecimiento interno y la sanación, son potenciadas por las crisis y ocurre en 3 etapas:
- Aislamiento: Cuando sufrimos y lo pasamos mal, nuestro cuerpo y mente nos impulsan a buscar la soledad, pero no lo hacen para angustiarnos, lo hacen para darnos la oportunidad de iniciar un viaje hacia nuestro interior. En esta etapa podemos sentir ansiedad, tristeza, estrés e incluso puede llegar alguna enfermedad que nos obligue a parar. En esta etapa necesitamos socializar menos y pasar más tiempo con nosotros mismos.
- Crecimiento interno: Esta es la etapa de entrar más profundamente en nosotros mismos, es el momento de cambiar pensamientos y creencias que ya no nos ayudan, comenzamos a escuchar a nuestro cuerpo y es habitual descubrir nuestra parte más espiritual.
- Florecimiento y compartir: Esta última fase se desarrolla hacia fuera. Es el momento de mostrar nuestros cambios internos, de compartir con otras personas lo que hemos aprendido, ayudando a otros en sus caminos. Es en esta etapa cuando vemos en las crisis a nuestros grandes maestros.
Debes comprender que la sanación es individual, cada cual debe sanar sus heridas desde dentro y aunque puedas ser un ejemplo, cada persona debe decidir conscientemente sanar, eso es solo responsabilidad de cada cual.
Si te gusta este tema y quieres aprender a recorrer este sendero del crecimiento interno, el año pasado publiqué un libro que te puede ayudar: “Crecer en la adversidad. Transformando nuestra vida”. Si quieres ampliar información, puedes acudir a la web de la editorial haciendo click aquí.
Recuerda… puedes sanar, eres poderoso