Para escribir hoy estas palabras, he hecho un complejo ejercicio para meterme en la piel de una persona que desea acabar con su vida. Y en mi mente solo aparece una pregunta…
¿Cuánto debe sufrir una persona para desear desaparecer?
Y me he respondido a mí misma… El sufrimiento debe ser insoportable, debes sentir que nada tiene sentido y que los problemas que te acompañan son una losa que acaba con tu vida. Debes sentir que no hay escapatoria y creer que no hay solución posible… Es desear que todo se acabe.
Yo quiero enviar un mensaje importante… El sufrimiento puede acabar. Tal vez no puedas cambiar la situación compleja que la vida ha traído hasta ti, pero siempre podrás cambiar la manera en que piensas sobre ello, podrás elegir la actitud que mantienes ante las peores noticias y escenarios posibles.
Y es que en la soledad de uno mismo, cuando sientes que estás en un profundo pozo oscuro, no puedes ver la luz… Estás demasiado lejos de ella. Por eso creo que la labor de los psicólogos es tan importante… Porque yo me bajo a ese pozo contigo y voy con una linterna. Y poco a poco vamos ascendiendo juntos hasta que la luz del sol nos bañe completamente.
El suicidio es una realidad que silenciamos y que no deseamos ver, porque en pleno siglo XXI, desear acabar con la propia vida, aún es un tabú, un tema a evitar.
Sin embargo los datos son demoledores… El suicidio provoca más del doble de muertes al año que los accidentes de tráfico, el suicidio es la primera causa de muerte externa en España.
Uno de los temores asociados a la pandemia de Covid-19, es que las cifras de suicidio aumentaran, pero curiosamente, ha ocurrido lo contrario. El INE ha adelantado los datos de las causas de fallecimiento de enero a mayo de 2020 y se ha observado un 8,8% menos de suicidios en ese período de 2020 respecto a las cifras de la misma época de 2019.
A pesar de estos datos, es esencial que se tenga un plan de salud mental que sea capaz de intervenir en los casos complejos que la pandemia por Covid-19 va a dejar a su paso, pues creo que el estrés, la ansiedad y los problemas emocionales, se irán desarrollando poco a poco.
En la sociedad actual hay muchos mitos que perjudican enormemente la búsqueda de ayuda de alguien que tiene ideación suicida. El mito más habitual es… “Si alguien se ha intentado suicidar es que solo quería llamar la atención”. Nadie intenta quitarse la vida para llamar la atención, es más bien el sufrimiento el que impulsa a este último recurso.
Cada intento de suicidio es un serio llamamiento para acompañar, atender y ayudar a esa persona.
Se ha observado que en el 90% de los casos de suicidio, las personas tenían trastornos psicológicos y abusaban de sustancias (Navarro-Gómez, N., 2017). Por eso es tan importante acudir a un psicólogo para que te ayude… Porque aprenderás a regular tus emociones, a ver la vida de una manera alternativa y a conocerte mucho mejor.
Podemos identificar 4 fases en el desarrollo del suicidio…
Ideación suicida: Es la etapa inicial donde comienza a gestarse la necesidad de afrontar un problema y un malestar profundo que no se sabe resolver. En esta fase temprana, la persona se plantea “desaparecer” para terminar con sus problemas y evitarle sufrimiento a su familia.
La ideación suicida es bastante habitual en la población. Cuando la angustia es muy elevada y no se ve solución a los problemas, muchas personas piensan que lo mejor sería “desaparecer” o “dejar de existir”. Que este tipo de pensamientos sean habituales, no quiere decir que no se les deba dar importancia, pues es esencial explorar la presencia de las ideas autolíticas para comprobar si es un pensamiento recurrente e incluso si ha dado el paso hacia una posible planificación de cómo ejecutar el suicido. TODA amenaza de suicidio debe tomarse muy en serio.
Planificación suicida: Los pensamientos sobre que la solución a los problemas está en la muerte, son cada vez más fuertes y la persona puede llegar a crear un plan más o menos detallado de cómo lo haría. Este tipo de planes suelen indicar que ha pensado bastante en esta posibilidad como solución final a sus problemas y por ello se debe buscar ayuda psicológica urgente.
Intento suicida: Los pensamientos de suicidio son habituales y muy recurrentes, los planes se llevan a cabo y la persona intenta quitarse la vida. En ocasiones se logra y otras veces no. Hay personas que tras un intento fallido deciden buscar ayuda y otras cuyo malestar es tan elevado que lo intentan varias veces hasta lograr el final definitivo.
Consumación suicida: Hay quienes sienten que la única solución a sus problemas es la muerte y logran acabar con su vida. En ocasiones, el suicidio queda enmascarado en accidentes de tráfico, accidentes domésticos, deportes o actividades de riesgo, etc.
Debemos comenzar a hablar del suicidio porque es una realidad. Si conoces a alguien que tiene ideación suicida o ha pasado por un intento suicida, aconséjale acudir a un psicólogo, buscar ayuda es signo de madurez.
Y si me estás leyendo y sientes que tú estás en alguna de las 4 fases que he comentado más arriba, busca a un psicólogo o acude a tu médico de cabecera y cuéntale lo que te ocurre. Todo tiene solución.
No estás solo… Yo estoy muy cerca de ti