¿Cómo podemos ejercitar nuestro músculo de la resiliencia en tiempos de pandemia?

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Lo sabemos de sobra: Ser resilientes en tiempos de coronavirus implica cultivar, de manera consciente, como individuos y como sociedad, esa intención de trascender, de transformar y de crecer en la adversidad.

Sobreponernos a la enorme adversidad que representa la pandemia por coronavirus, la progresiva desescalada de la cuarentena y las inevitables consecuencias económicas no es fácil, pero es posible.

Estamos todos de acuerdo en que la resiliencia puede y debe ser la respuesta (individual y social) a situaciones complejas y difíciles como la que estamos padeciendo a nivel global. Eso sí, ya sabemos que esta resiliencia ni se regala ni nos viene de serie, así que tendremos que trabajarla.

Para evitar sentirnos abrumados, deberíamos fraccionar esa gran carga en pequeñas cosas asumibles y ajustadas a nuestros recursos. Una vez más, nuestro principal reto actual implica centrarnos en todas las cosas que sí dependen de nosotros y sí podemos asumir.

En este punto me gustaría hacer referencia a un ejemplo de resistencia psicológica que se ha activado o movilizado en muchos de las personas de mi entorno. En medio de la incertidumbre que estamos viviendo, lejos de dejarse llevar por la neurosis, rumiaciones y preocupaciones de sus problemas cotidianos, la mayoría de mis pacientes me han sorprendido muy positivamente, desplegando toda una artillería psicológica mediante acciones y hábitos que le dan un propósito y una estructura a su existencia.

  1. Aprendamos “resiliencia en tiempo real”

En escenarios inciertos y adversos, he comprobado, en las últimas semanas, cómo la mayoría de nosotros somos capaces de buscar soluciones útiles ante la dificultad y de construir pequeños oasis de paz o seguridad con estrategias de resiliencia que implican:

  • Romper la inercia del “eterno domingo de la marmota” o del “Copy Paste”, siguiendo ritmos y rutinas estables de autocuidado (de alimentación, higiene de sueño y ejercicio físico) y de entretenimiento.

En este sentido, hoy más que nunca, tenemos (casi) infinitas opciones de entretenimiento y activación útil (de corte cognitivo, socioafectiva, físico o, incluso, espiritual): desde leer un buen libro, escribir un pequeño diario, aprender un nuevo idioma, estudiar una formación online, seguir clases online de fitness o yoga, compartir tiempo de calidad en familia o una buena charla (por Skype o codo con codo) con nuestros seres queridos, hasta retirarnos a nuestro “rinconcito balinés” para meditar. Y todo esto, solos o en la mejor compañía posible.

  • Elegir y mantener una actitud positiva, apoyándonos en la puesta en práctica de nuestras fortalezas personales y haciendo cosas útiles por los demás y por nosotros para poder recopilar (mini) logros al final del día.
  • Practicar la empatía, la generosidad y la gratitud hacia nuestro ecosistema socioafectivo directo, porque el apoyo social es una variable clave para la resiliencia.
  • Usar el humor, la curiosidad la creatividad como salidas de emergencia a la adversidad.
  • Mantener nuestra mente donde tenemos el cuerpo, aumentando el espacio entre pensamientos y bajando el volumen de nuestras emociones.
  • Y, casi lo más importante, vivir un día a la vez. Con hoy es suficiente.

“Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio se encuentra nuestro poder para elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta está nuestro crecimiento y nuestra libertad”. Viktor Frankl.

Todas estas pautas (de autorregulación y autorrealización) para ejercitar nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra alma, además de incidir positivamente en nuestra salud física, nos ayudan a darle sentido a nuestras vidas y a sentirnos productivos en estos tiempos especialmente difíciles.

Dediquemos, por tanto, una parte de nuestro día a día para fomentar y estrenar estas estrategias positivas de afrontamiento y superación. De esta manera aprenderemos a sacar mayor partido de la situación y a ser más resilientes para seguir surfeando los inevitables retos actuales y futuros.

Quizás las cosas nunca vuelvan a ser exactamente como antes, pero confío en que el retador escenario actual comience a mejorar y que todos empecemos a ganar en tranquilidad, normalidad y bienestar lo antes posible. Aceptemos entonces que esta circunstancia es inevitable, pero también temporal. Y recordemos, una vez más, que la humanidad, aún con graves pérdidas, ha superado pandemias similares en el pasado.

De momento, a falta de vacuna frente al coronavirus, doble vacuna de resiliencia. Dejemos que nuestro “yo resiliente” asuma el control y se convierta en el catalizador cambios positivos de responsabilidad, coherencia y liderazgo, tanto individual y como social.

La vida es una locura, ¿no es cierto? Por eso es apasionante. Imaginen que somos personas equilibradas con una vida apacible, no habría ni suceso, ni crisis, ni trauma que superar, únicamente rutina, nada que recordar; ni siquiera seríamos capaces de descubrir quiénes somos. Si no hay sucesos no hay historia, no hay identidad. No podríamos decir: «Mira lo que me sucedió, sé quién soy porque sé de lo que soy capaz ante la adversidad». Los seres humanos son apasionantes porque su vida es una locura. Boris Cyrulnik.

En esta vida tan loca y apasionante que nos espera, deseo que la información que hemos compartido, en esta mesa camilla, nos ayude a enfocarnos para utilizar alguna estrategia personal que refuerce nuestra capacidad resiliente. ¡Mucho éxito y mejor salud!

Referencias bibliográficas:

  • Asociación Estadounidense de Psicología (American Psychological Association): El Camino a la Resilienciahttps://www.apa.org/centrodeapoyo/resiliencia-camino
  • Cyrulnik, B. (2001). La Maravilla del Dolor. El Sentido de la Resiliencia. Barcelona: Granica.
  • Cyrulnik, B. (2003). El murmullo de los fantasmas. Volver a la vida después de un trauma. Barcelona: Gedisa.
  • Cyrulnik, B. (2012). Sálvate, la vida te espera. Editorial Debate.
  • Cyrulnik, B. & Anaut, M. – ¿Por qué la resiliencia?
  • Cyrulnik, B. – (Súper) héroes.
  • Frankl, V.E. (2007). El hombre en búsqueda de sentido. Barcelona: Herder.