La neumonía viral causa inflamación en los pulmones, lo que lleva a un intercambio anormal de oxígeno y dióxido de carbono en los alvéolos. Los virus que se sabe que causan neumonía viral incluyen el virus de la influencia A, el virus de la parainfluenza, el virus sincitial respiratorio, el metapneumovirus humano, el rinovirus, el adenovirus, el hantavirus, el virus del herpes, el virus de la varicela, el virus del sarampión y el coronavirus.
Mecánicamente, un virus se dirige principalmente a los neumocitos (un tipo de célula particular en los alvéolos) que son responsables del intercambio gaseoso en los pulmones. Así, la afección puede ocurrir a través de la inoculación viral directa en los pulmones o debido a la propagación de la infección viral desde el tracto respiratorio superior.
Además, un virus puede transmitirse desde un sitio de infección distante a los pulmones a través de la circulación sistémica. En la submucosa de los alvéolos, la infección viral causa inflamación e inicia una cascada de reacciones inmunes celulares, que, finalmente, resaltan en una mayor permeabilidad vascular y formación de edema.
¿QUIÉN ES SUSCEPTIBLE A LA NEUMONÍA VIRAL?
Las personas con un sistema inmunitario debilitado, como bebés prematuros, niños con defectos cardiopulmonares, pacientes con VIH, pacientes con cáncer que reciben radioterapia o quimioterapia y pacientes con trasplantes de órganos, son particularmente susceptibles a la neumonía viral.
Además, las mujeres embarazadas tienen más probabilidades de verse afectadas por la neumonía relacionada con la gripe. De acuerdo con las pautas del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), las mujeres embarazadas sanas deben recibir vacunas contra la gripe durante el segundo y tercer trimestre del embarazo. Otra causa menos común de neumonía en mujeres embarazadas es la infección por el virus de la varicela.
Ciertas complicaciones de salud pueden aumentar el riesgo de neumonía viral, como, por ejemplo, traumatismos, quemaduras graves y diabetes no controlada. Además, el mal estado nutricional y la exposición ambiental también son factores de riesgo significativos.
¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS?
Los síntomas más comunes de la neumonía incluyen tos, fiebre, escalofríos, dificultad para respirar, dolor de cabeza, sudoración, dolor agudo en el pecho al toser o respirar profundamente, frecuencia cardíaca rápida, pérdida de apetito, fatiga, náuseas, vómitos y confusión.
Aunque no hay signos específicos para distinguir la neumonía viral de la neumonía bacteriana, es posible un diagnóstico diferencial de la neumonía viral en función de ciertas indicaciones. Por ejemplo, los síntomas de la neumonía viral aparecen lentamente durante varios días.
Inicialmente, los síntomas son más parecidos a la gripe, que incluyen dolor de cabeza, tos seca, fiebre con baja temperatura, dolor muscular y fatiga. Sin embargo, los síntomas pueden empeorar en un par de días y los pacientes pueden sufrir tos severa, falta de aliento, fiebre alta y coloración azulada de los labios.
¿CÓMO SE DIAGNOSTICA?
Para diagnosticar la neumonía, un médico toma el historial médico, discute los síntomas y realiza un examen físico. Hay algunos hallazgos sugestivos que el médico puede evaluar para diagnosticar la neumonía viral, como tener una frecuencia cardíaca o frecuencia respiratoria muy rápida que no está en sintonía con la temperatura corporal, un desajuste entre el aumento de la temperatura corporal y el nivel de fatiga y una presencia concomitante de infección del tracto respiratorio superior.
Además, si se sospecha neumonía, el médico puede solicitar pruebas adicionales, incluidas radiografías de tórax, tomografía computarizada de tórax, hemograma completo, hemocultivo, prueba de hisopo, biopsia pulmonar abierta, cultivo de esputo y prueba de gases en sangre.
Por otro lado, la neumonía viral no se puede tratar con antibióticos, aunque sí se pueden usar algunos medicamentos antivirales, sobre todo para la neumonía causada por el virus de la influenza y el virus del herpes.
La clave en el tratamiento de pacientes con neumonía viral es mantener el nivel de saturación de oxígeno en la sangre a través de suplementos de oxígeno, al igual que mantener al paciente adecuadamente hidratado mediante la administración de líquidos por vía oral o intravenosa.
Por tanto, un paciente con neumonía viral debe descansar lo suficiente para reducir la demanda de oxígeno. Además, la ingesta de calorías debe ser suficiente para satisfacer el aumento del esfuerzo respiratorio.