Te aseguro que nunca me imaginé que pasaría algo así. Una pandemia mundial, algo que pasó hace más de un siglo, que ocurra ahora, con los medios y los controles que tenemos, y sin tratamiento. No me entra en la cabeza.
Soy enfermera y trabajo en la Sección de Valoración de Dependencia del Gobierno de Aragón y ante esta situación de emergencia sanitaria, me han requerido para una atribución temporal de funciones reforzando temporalmente las tareas como enfermera en una residencia sociosanitaria pública de Aragón.
En este trabajo y con la pandemia, para evitar contactos en los cambios de turnos, nos reorganizaron los horarios y pasamos a trabajar doce horas al día, de ocho de la mañana a ocho de la tarde o de ocho de la tarde a ocho de la mañana, en dos equipos diferentes de enfermeras para no mezclarnos entre nosotras y también trabajando en las mismas plantas y con los mismos residentes. A priori es lo mejor para todo el mundo. La sectorización ha sido compleja y en esta residencia se ha podido realizar por el espacio que tiene.
He de destacar que mis funciones, en cuanto a nivel asistencial, son las mismas que se desarrollan en este tipo de residencias. Hay que añadir las sobrevenidas por el aumento de residentes enfermos por Covid, más controles y la vigilancia de cada uno de los residentes, que ahora son mucho más exhaustivos, para detectar de forma precoz nuevos casos y poderlos sectorizar en otras zonas del centro hasta que nos daban los resultados de pruebas. Además, es un trabajo mucho más lento, porque nos tenemos que poner los EPIS (el mono, bata realizada con bolsas de basura, doble mascarilla, pantalla, doble guante… todo lo que un profesional de la salud debe utilizar ante estas situaciones). Ten en cuenta que todo el material que utilizamos para cada paciente, tenemos que limpiarlo después evitando así la posible transmisión del virus de un residente a otro.
Cada día de turno nos dan un mono, no impermeable, y, por eso, nos ponemos unos delantales hechos con bolsas de basura para proteger el mono, el cual nos retiramos con sumo cuidado, lo colgamos y rociamos de solución de lejía y así salir con el uniforme a zona limpias y comunes dentro del centro. Ese mono nos lo volvemos a poner de nuevo en el turno para volver a entrar con los residentes. La protección era tanto para residentes positivos como negativos.
En Aragón crearon Centros Covid, son centros residenciales medicalizados a los cuales se deriva a mayores Covid positivo en la mayoría procedentes de residencias. Nosotras teníamos un número muy elevado de pacientes positivos que atendía una sola enfermera y no llegábamos físicamente a atenderlos, con lo cual, bajo reunión de equipo se decidía quienes eran candidatos idóneos para ir a esos centros según su disponibilidad de camas libre o también los podíamos derivar según su estado a su hospital de referencia.
En este centro no hay un residente tipo. Hay personas, la mayoría con pluripatologías, de edades avanzadas. Otros presentan patologías cognitivas que hace muy difícil su control para evitar congios entre residentes y al personal que les atienden. Ha sido difícil confinar en sus habitaciones a personas mayores que les gusta disfrutar de las zonas comunes. Esto hace que tengamos que estar mucho más pendientes de ellos.
El miedo siempre está, aunque tomes las precauciones posibles. Aunque el mono no sea impermeable, pero en tu cabeza siempre piensas en si has tenido algún fallo, en si no te has quitado el traje de protección de la forma adecuada…
En cuanto a los familiares, lo cierto es que teníamos tablets, teléfonos móviles y se hacen videollamadas para que puedan ver a sus familiares. Además, hay veces en los que los propios familiares te llaman y quieren hablar contigo, aunque es difícil en ocasiones porque estamos atendiendo a algún residente. Para cubrir esta necesidad tanto de los familiares como de los residentes los trabajadores sociales realizaban llamadas telefónicas diarias proporcionando información de los residentes a sus familias.
Es cierto que se ha visto mucha solidaridad de la población, pero, por ejemplo, en el tema de los aplausos, me imagino que al principio era de agradecer, pero tampoco me tienen que agradecer nada porque yo, realmente, estoy haciendo mi trabajo, no me considero una heroína durante este tiempo. Mi dedicación hacia los demás empezó el día que decidí estudiar enfermería, mi profesión, una profesión que me ha proporcionado conocimiento de la enfermedad y capacidad para el cuidado y apaciguar el sufrimiento.