Mi trabajo, a raíz de la llegada del Covid-19 a España, ha cambiado por completo. Yo era auxiliar de enfermería de quirófanos, pero, cuando empezaron los primeros casos, esa área se cerró por completo. Primero porque hacían falta esos espacios y segundo porque los últimos días que estuvo abierto, no había intervenciones.
Así, ante esta situación, nos trasladaron a diferentes unidades y a mí me toco en la UCI con los pacientes con Covid. Además, no era la UCI en sí, sino que era la REA, donde se encuentran los pacientes después de las operaciones, pero como no había intervenciones y la rea tenía respiradores, se convirtió en UCI.
Yo ya había estado en la UCI hacía tres años, pero cuando subí el primer día, aquello era un auténtico caos, parecía que estaba en una película. Nadie sabía realmente cómo manejar aquello o cómo usar los trajes. Nos íbamos ayudando los unos a los otros.
La primera impresión que yo recibí fue muy fuerte. Hasta entonces, todo lo que había oído era que el Covid-19 era como una gripe que afectaba a personas mayores, pero cuando entré y vi a los pacientes bocabajo, como muertos, aplanchados por completo, y además jóvenes, de cuarenta y pico años, me impresionó muchísimo. Fue muy fuerte.
Y, además, tuve muchísimo miedo, más que contagiar a mi mujer y mis hijos, por mis padres. Tengo compañeros que se fueron a hoteles porque les dieron la opción. La verdad es que no sé si mi mujer y yo nos hemos contagiado, porque sí es cierto que hemos tenido algunos días dolores de cabeza.
En cuanto al tema del material, los primeros días fueron un auténtico desastre. Recuerdo que estaba constantemente bajando a esterilización, rogando para que me diesen más trajes de protección para subirlos, porque no había suficientes. Cada enfermo estaba rodeado por una línea roja que no podías cruzar si no ibas con EPIS y ante la escasez, no podíamos cuidar a los enfermos correctamente.
Por suerte, a las dos semanas se empezó a notar que ya teníamos suficientes equipos de protección y cuando teníamos hasta superávit, nos enteramos de que las mascarillas que usábamos eran las malas. No solo las que llegaron por parte del Gobierno, sino también las que llegaron por parte de la Comunidad de Madrid.
Personalmente, creo que en Madrid ha habido un intento de manipulación con el hospital en Ifema. Parece que ha sido el Ifema el que nos ha librado de la pandemia, cuando han sido los propios hospitales públicos, que son los que han recibido el primer golpe y el más fuerte. Los hospitales se han estirado por completo, como si fuese un chicle, y han cambiado completamente su fisionomía. Eso ha sido lo que ha parado el golpe.
Por otro lado, creo que el gesto de los aplausos ha sido bonito y muchos de los profesionales lo agradecen, pero yo creo que ahora mismo se agradecería mucho más que la gente fuese más cuidadosa al salir, porque se nota mucho que se ha perdido el miedo. A mí me gustaría invitarles a pasar un día como lo hemos pasado nosotros para que vieran la realidad, lo que es lavar un cadáver con lejía antes de amortajarlo.