En la actualidad, las unidades de endoscopia se deben adecuar al nuevo entorno tras la pandemia COVID-19 y aumentar el tiempo entre pacientes, establecer una distancia social en salas de espera, trabajar por agendas y con tiempos predeterminados, mayor limpieza de salas y definir criterios de protección del personal.
Algunos de los nuevos requisitos y/o necesidades que ha traído la pandemia por COVID-19 han venido para quedarse, presentando un nuevo contexto en el que no cambia el contenido, pero si las formas. La protección del personal es uno de los puntos clave en este nuevo entorno para las unidades de endoscopia, ya que es necesaria para realizar un trabajo seguro para los sanitarios y para el paciente. Con la nueva situación se ha puesto de manifiesto la necesidad de utilización de los equipos de protección individual (EPI) para evitar que los especialistas se conviertan en transmisores entre pacientes y con el resto del personal.
La seguridad es fundamental para la realización de las pruebas endoscópicas. Por ello, desde la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) se recomienda implantar unos protocolos para realizar estudios de COVID-19 previos a los pacientes que van a ser sometidos a endoscopias (o al menos las de vías altas) y llevar a cabo estudios de seroprevalencia al personal.
TIEMPO ENTRE PACIENTES, TRABAJO POR AGENDAS Y TIEMPOS PREDETERMINADOS
En esta nueva situación las unidades de endoscopia deben agendar adecuadamente los tiempos para evitar que las agendas estén saturadas, con salas de espera llenas, como ocurría antes de la pandemia. Es fundamental disponer de tiempo entre pacientes, trabajar por agendas y con tiempos predeterminados. Para poder organizar los tiempos, la SEPD desarrolló el proyecto EFIC_AD (Eficacia y calidad en Aparato Digestivo) que permite conocer cuáles son los tiempos que se les debe dedicar a las distintas actividades de los servicios, entre ellos, los procedimientos endoscópicos.
Al adaptarse a los nuevos requisitos, las unidades de endoscopia necesitan establecer prioridades, porque todos los cambios suponen tiempo. Por ello, los responsables de las unidades deben revisar las solicitudes y las indicaciones de las pruebas. En este sentido, los estudios multicéntricos apuntan que el 13% de los procedimientos no son los apropiados, por lo que se plantean las posibles causas y la forma de ajustarse a las indicaciones. Son especialmente sensibles las indicaciones en pacientes jóvenes, los pacientes con síntomas inespecíficos y las endoscopias de control o seguimiento.
HERRAMIENTAS PARA AJUSTARSE A LAS INDICACIONES
El uso de medios telemáticos e informáticos permiten ir a la fuente y comprobar si se están pidiendo las pruebas con los criterios adecuados. Pero, además, hay que conocer y aplicar las herramientas que existen para corregir y controlar las indicaciones en la realización de las endoscopias, como son:
- Vías clínicas o protocolos. Son muy útiles en endoscopias de seguimiento y tienen básicamente ventajas porque el médico solicitante tiene que adecuarse a algo que está previamente consensuado, por lo que es fácil de aplicar. Con sistemas cerrados de solicitud telemática en los que solo se puedan indicar los procedimientos que estén previamente aprobados y consensuados podrían adecuarse las solicitudes desde su origen gracias a la aplicación y algoritmos informáticos de decisión.
- Visado de Solicitudes o Sistemas de validación con jefes de unidad. Consiste en que el jefe de unidad valida y coteja con la historia clínica del enfermo si tiene una indicación adecuada de ese procedimiento. La desventaja de esta opción es que necesita tiempo y, además, hay que informar del médico solicitante de la posibilidad de rechazo y esto genera un posible punto de conflicto.
- Enfermeros gestores. Han tenido mucho éxito en programas como el cribado en cáncer de colon, pero no está demostrada su efectividad validando procedimientos y solicitudes.
- Consultas pre-endoscópicas. En algunos servicios ya se está instaurando, pero requiere tiempo y recursos humanos, además de la asistencia del paciente y la posibilidad de conflicto con el médico solicitante. Su ventaja es la optimización de la asistencia y la detección de problemas previos al procedimiento (uso de antitrombóticos, preparación correcta, etc.).
- Formación. El médico solicitante tiene que conocer las indicaciones y muchas veces se piden sin un conocimiento real de los seguimientos y las patologías. Es clave es la formación de los médicos solicitantes.