El entrenamiento de habilidades, básicamente, consiste en aprender nuevas habilidades y practicarlas hasta que se automaticen y puedan utilizarse de forma segura en situaciones de crisis. De esta forma, cuanto más sólido sea el aprendizaje, más éxito habrá tenido la terapia utilizada.
En este sentido, las habilidades se desarrollan en 4 pasos: impartición teórica, cocimiento de la adaptación individual de las habilidades (llevada a cabo en la terapia individual), ejercicio de las mismas sin estrés y puesta en práctica de ellas.
Cada una de las sesiones de entrenamiento de habilidades se divide en dos tiempos, cada uno de ellos de 45 minutos.
En este sentido, las habilidades se pueden dividir en cinco módulos, que son: atención plena, tolerancia al estrés, regulación de la emoción, habilidades interpersonales y autoestima. Su entrenamiento conlleva abordar los 5 módulos y se lleva a cabo en la terapia de grupo, complementándose a través de la terapia individual.
Para evaluar su efectividad se han realizado una serie de mediciones: frecuencia de comportamiento autolesivo, número de crisis, número de intentos de suicidio, frecuencia de estancia en el hospital y medicación. Se realiza a través de registros continuos (llamados Tarjetas del diario) desde el inicio del tratamiento, discutiéndose los resultados en las terapias individuales, evaluando los mismos.
Estas tarjetas proporcionan una constante auto-observación y atención, algo que resulta fundamental para una terapia eficaz.
El primero de los módulos de entrenamiento de habilidades es el mindfulness, siendo la atención plena la base de todas las demás habilidades. Se trata de examinar la experiencia y sentirla intensamente, requiriendo mucho entrenamiento a través de la práctica.
En segundo lugar se encuentran las habilidades para la tolerancia al estrés. Las habilidades se integran en grupos de habilidades, debiendo escoger los mismos pacientes una lista de habilidades.
En total se diferencian más de 100 habilidades, donde hay dos categorías principales: habilidades para aceptar la realidad y la responsabilidad, y habilidades para la gestión de crisis. El primer grupo se considera el más importante y efectivo. Por otro lado, una habilidad de manejo de crisis debe posibilitar el incremento de otras habilidades.
Las habilidades para la regulación de la emoción es esencial para mejorar las relaciones interpersonales y regular de forma eficiente la autoestima Se pretende conseguir que la persona cambie su forma de sentir, que controle y acepte la realidad.
En cuanto a las habilidades interpersonales, con ellas se persigue el mejor comportamiento en situaciones de interacción, lo que puede llegar a ser muy dificultoso. Además, se pone en práctica un triángulo de interacción que consta de: objetivo de la interacción, relación (darle forma) y autoestima (llevar los propios sentimientos y necesidades a una posición respetuosa). Se debe llegar al punto donde el paciente elija las opciones de interacción y desarrolle el mejor procedimiento. Para ello debe estar al tanto de la situación y, por otra parte, entender mejor la motivación de la situación.
Por último se encuentra la autoestima, que constituye la parte final del entrenamiento de habilidades y es muy importante y compleja. Ciertamente, para los problemas de autoestima no hay soluciones milagro, que sean rápidas, sino que se deben considerar múltiples posibilidades de autorregulación. Se debe trabajar la autoestima desde su base, la cual no se aprendió o no se pudo poner en práctica aún.