¿Qué importancia tienen las redes sociales como canales de comunicación y gestión del conocimiento?
La llegada de internet a nuestras vidas supuso un cambio a nivel global en muchísimos aspectos, entre ellos, y fundamentalmente, en las personas: la manera de comunicarnos. Desde el nacimiento de la web 2.0 cambiaron las reglas y nació una nueva filosofía: detrás de las redes hay personas y, por lo tanto, conversación. Para mí, la esencia de las redes sociales se divide en cuatro cosas: compartir, comunicar, conversar y cooperar. En las redes lo que importa es el contenido, la reputación y la comunidad, por tanto la clave es la interacción, es decir, no solo ser leído, sino el diálogo. Quien quiera entender la web 2.0 y las redes sociales deberá construir comunidades, escuchar y participar (en este orden).
Por otra parte, las redes sociales no dejan de ser herramientas con las que gestionar el conocimiento, potenciar nuestro entorno personal de aprendizaje y formarnos a través de ellas en todo aquellos temas de interés. Para ello, es fundamental formarse en competencias digitales, que va más allá de saber usar las redes sociales como meros usuarios, hay que hacerlo de manera profesional.
Es una vara de doble filo, ¿no?
Como me refería anteriormente, la presencia en redes sociales para formar comunidades de aprendizaje y diálogo supone exposición, crítica y reclamo público, cuestiones de privacidad, legalidad, ética…. Esto es lo que la mayoría de la gente teme de estar en las redes, pero es una cuestión de desconocimiento, mal uso, falta de formación en el manejo para situaciones de crisis, de ataques de trolles, haters o simplemente “ofendiditos”, esto es lo que más hay. En las redes hay de todo, usuarios que creen saber de todo y opinan como si tuvieran verdades absolutas. Y considero que no esto no debe de ser así. Se puede criticar de manera constructiva pero sin ofender ni atentar contra las personas.
Saber filtrar o curar contenidos, usuarios y demás es cuestión de práctica. Todos nos movemos en las redes según nuestros temas de interés y no podemos saber de todo.
Como todo en la vida, todo tiene sus ventajas e inconvenientes, como, por ejemplo, el tiempo que supone estar en redes. Al final te tiene que aportar a ti, que te ayude, te sirva, aprendas, si no pensarás que es postureo o una pérdida de tiempo. La vara de doble filo para cada persona estará orientada hacia uno u otro lado.
Entonces, salud y redes sociales, ¿una relación positiva o negativa?
POSITIVA, con mayúsculas y subrayado. Existen peligros al estar en redes, pero el mayor peligro es quedarse fuera de ellas. Lo digital forma parte de nuestras vidas en absolutamente todo, por tanto, en cuestiones de salud también. Todo lo consultamos al Dr. Google, existe exceso de información para absolutamente todo. O los profesionales sanitarios nos convertimos en los líderes de la información y del conocimiento en la red, u otros, que no son tan profesionales, lo harán por nosotros, con lo que esto conlleva para la ciudadanía (bulos en salud #SaludSinBulos).
El aprendizaje informal en las redes es una realidad; en ellas se interacciona con todo tipo de personas, profesionales, sociedades científicas, instituciones, organizaciones sanitarias, etc. Es decir, la diversidad y transversalidad de las mismas nos hace abrir nuestra mente hacia otras realidades y aprender de la experiencia de la persona y su enfermedad sobre otras cuestiones que, en la práctica clínica, no se pueden observar. De esta experiencia del paciente tenemos mucho que aprender para mejorar los procesos asistenciales y la atención a la ciudadanía en general. Y esto es posible en las redes. Por lo tanto, las redes sociales y la salud tienen una relación positiva basada en el aprendizaje de igual a igual, de persona a persona.
¿Se debe divulgar conocimiento a través de las redes sociales?
Por supuesto que sí, de hecho es una de las cuestiones fundamentales, el divulgar ciencia a través de las redes para acercar el conocimiento a la ciudadanía, explicándole en un lenguaje, que pueda entender y comprender, cuestiones relativas a su enfermedad o sobre salud, de tal manera que cada vez esté más capacitado para la toma de decisiones sobre su salud o enfermedad.
Algunos estudios indican que el 80% de los pacientes consultan antes en Internet que a su propio médico. ¿Hasta qué punto es esto positivo?
La ciudadanía tiene necesidades informativas sobre su salud y consulta información tanto antes como después de la consulta con el profesional sanitario, porque la información que se facilita es insuficiente o no responde las preguntas que él necesitaba saber, porque, entre otras cosas, no se le ha preguntado qué necesita. La falta de tiempo en las consultas y la masificación de las mismas es uno de los principales problemas. Por lo tanto, se trataría de responder en este corto tiempo a cuestiones realmente relevantes para esa persona y con el resto de información recetarle links fiables de salud o incluso ponerle en contacto con un paciente activo o experto sobre esa enfermedad, remitirle a las escuelas de pacientes y ahí resolver todas sus dudas. El que una persona consulte información no es que sea positivo, es que es una realidad que no podemos tapar ni decir la típica y obsoleta frase “deje usted de mirar en internet”. Lo que hay que hacer es decirle dónde debe mirar, enseñarle a hacerlo, acompañarle en ese proceso de búsqueda de información.
El paciente es digital, activo y está hiperconectado: o nos formamos para ello y respondemos a esas necesidades que el paciente tiene u otros lo harán por nosotros.
¿Por qué considera que es importante que los profesionales sanitarios estén presentes en las redes sociales y en Internet?
Porque las personas lo están. Tengo claro que mi presencia en las redes es porque están las personas y de ellas aprendo. Las comunidades de pacientes activos en redes son cada vez mayores y hay mucha conversación y diálogo. Claro ejemplo de ello es buscar un viernes el hashtag #FFPaciente o cada quince días por los Tweetchats de #Cronichat.
Uno de los aspectos negativos de los últimos años son las fake news y la difusión de teorías conspiratorias, ¿cómo acabaría con este tipo de noticias o bulos?
La responsabilidad de frenar los bulos es de todos, ciudadanía incluida, y no darles bola o difundirlas. Para ello hay que formar a la ciudadanía y que sepan identificar noticias falsas y, en cuanto cacemos un bulo, avisar por todas las redes para que no se difunda más. Los bulos llegan por todas las redes, no sé si decirte que quizá por donde más es por Whatssap, corren como la pólvora. Por eso hay que pararlos, denunciar e informar de una manera fiable. Los medios de comunicación también tienen un papel fundamental a la hora de contrastar una noticia, porque un tuit no es un titular ni es una noticia completa, hay que informarse bien, contrastar con todas las fuentes y después informar a la ciudadanía con argumentos. NO podemos estar informados a base de titulares o noticias sesgadas, que la red así está, llena de bulos.
¿Cree que el futuro de los profesionales sanitarios podría estar en Internet?
Internet forma parte de nuestras vidas y no hay marcha atrás, el crecimiento seguirá siendo exponencial y no sabemos hacia donde nos lleva el mundo digital. El futuro de los profesionales no está en internet, está en las personas, en conocer cómo es la persona con la enfermedad y no al revés, en mejorar la experiencia del paciente, midiendo resultados y sabiendo utilizar los datos que ya tenemos, mediante inteligencia artificial y algoritmos predictivos y así poder adelantarnos para mejorar la atención al ciudadano. Los datos son poder, solo que hay saber hacer las preguntas correctas, porque la clave de todo es para qué, ¿para qué hacemos las cosas? y ahí lo digital es la clave y futuro.
¿Cómo ha cambiado la labor de la enfermera en los últimos años?
La labor de la enfermera sigue siendo la gran desconocida a estas alturas del siglo XXI, y no es que haya cambiado, es que no se conoce todo lo que las enfermeras hacemos y podemos llegar a hacer si nos permitieran más puestos de gestión y responsabilidad política.
Las enfermeras somos el motor y mayor fuerza del sistema sanitario: estamos en ámbitos asistenciales, docente, administrativo, investigador, formador, universitario y en gestión. Siempre en constante aprendizaje y adaptándonos a los cambios, porque damos respuestas a las necesidades de salud de la ciudadanía. Por lo tanto, si el ciudadano ha cambiado, pues nosotras también, nos adaptamos y buscamos de qué manera podemos llegar a él, con el objetivo de mejorar los cuidados, basados en la mejor evidencia y que cada día las personas mejoren sus autocuidados.
Escuchen más a los ciudadanos, escuchen y dejen avanzar a las enfermeras, que somos la clave en una cuestión tan fundamental en este siglo como es la cronicidad y sostenibilidad del sistema sanitario.