Un grupo integrado por científicos de Brasil y del Reino Unido se encuentra abocado a la búsqueda de maneras de aumentar la durabilidad del baipás, el procedimiento quirúrgico que consiste en utilizar parte de una vena de la pierna para efectuar la revascularización del corazón cuando el mismo padece una merma del flujo sanguíneo, una condición que pueda llevar al infarto de no tratársela.
Una de las claves para evitar que la vena safena implantada se desgaste, lo cual requiere una nueva intervención, puede residir en una proteína normalmente producida por las arterias: la CRP3.
Los investigadores del Instituto de Corazón, del Hospital de Clínicas de Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, observaron que cuando se la implanta en el corazón, la vena safena pasa a expresar esta proteína. Este efecto sería una respuesta al incremento del flujo sanguíneo en su interior al comparárselo con el de la pierna, lo cual contribuye para que la vena soporte esa mayor presión mecánica.
Esta respuesta adaptativa no resulta suficiente como para que la vena safena soporte ese flujo sanguíneo incrementado durante mucho tiempo. El vaso termina desarrollando lesiones en su pared al cabo de algún tiempo. En la mitad de los casos, surgen obstrucciones entre cinco y 10 años después del implante, que vuelven necesarias intervenciones quirúrgicas.
“La idea es que podamos modular la CRP3 u otras proteínas que se muestran importantes en ese proceso de adaptación, de manera tal que los baipases tengan una durabilidad mayor” dijo Ayumi Aurea Miyakawa, la investigadora del INCOR que coordina el estudio.
En el trabajo, en el cual se mostró la mayor expresión de CRP3 en la vena safena, salió publicado en el año 2009.
En el marco de un proyecto financiado por la FAPESP, se descubrió que en comparación con ratas normales, una linaje que nos expresaba esta proteína exhibía una respuesta peor cuando se hacía funcionar la vena yugular en régimen arterial, tal como ocurre en los puentes realizados con la vena safena.
Los datos salieron publicados en 2018, en la revista Clinical Science “Nuestra hipótesis indica que la CRPS participa en la mecano transducción, el proceso mediante el cual las células perciben el estrés mecánico y responden el mismo”, explicó la investigadora.
El grupo coordinado por Miyakawa procura ahora entender de qué manera actúa la CRP3 en las denominadas adherencias focales. Constituidas por una serie de proteínas.
Los brasileños establecieron una colaboración con un equipo de la universidad de Manchester, en el Reino Unido, encabezado por el profesor Christoph Ballestem.
En los trabajos realizados por el grupo de Manchester ya había quedado demostrada la importancia de otras proteínas en la respuesta al estrés mecánico.
La vinculina y la talina, proteínas presentes en la adherencias focales, son esenciales para la respuesta a alteraciones mecánicas. Estas se unen a las integrinas, que conectan el medio extracelular con el medio intracelular, y cumplen el rol de detectar el estímulo físico y transformarlo en respuestas bioquímicas.
Estamos demostrando ahora que diversas proteínas presentes en las adherencias focales controlan diferentes módulos de respuesta al estrés mecánico: «La CRP3 e incluso otras proteínas de la familia CRP pertenecen a un tercer módulo que aún no habíamos estudiado y que absolutamente crítico para la mecano transducción» dijo Ballestrem.
Para los investigadores, resulta prematuro todavía pensar en nuevos tratamientos. Con todo, una mejor compresión de los mecanismos implicados en la mecano transducción es esencial para el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas. Mediante esta colaboración, estamos intentando dilucidar estos mecanismos.
De logarlo, podremos manipularlos para controlar el comportamiento de las células. Además de aumentar la durabilidad de los baipases, esto puede ser importante en la elaboración de nuevos tratamientos contra la fibrosis y las enfermedades cardiovasculares” dijo Ballestrem.