En 2002 la revista científica "Elsevier" recogía un artículo elaborado por expertos de los Hospitales de La Esperanza y del Mar de Barcelona sobre los pacientes ancianos y el ictus. En él concluían que la calidad de vida y muchos aspectos relacionados con el bienestar dependen de la integridad de las funciones cerebrales.
"En este sentido, el ictus y la demencia son las dos enfermedades que con mayor frecuencia destruyen dicha integridad en las últimas décadas de la vida, constituyéndose ambos en los mayores enemigos del bienestar, causando discapacidad y destruyendo la dignidad de la persona anciana", citaba dicho artículo.
Para entender mejor cómo un ictus puede afectar a un anciano, desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) explican que se trata de "un trastorno brusco de la circulación cerebral que altera la función de una determinada región del cerebro". Según indica, se produce cuando se obstruye o se rompe uno de los vasos que suministra sangre al cerebro.
"En España, el ictus es la segunda causa de muerte, primera entre las mujeres, y afecta cada año a 120.000-130.000 personas. De ellos, unos 80.000 fallecen o padecen una discapacidad. Actualmente, más de 300.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional tras haber sufrido un ictus", señalan.
Sobre sus síntomas, la SEN precisa que es "fundamental" aprender a identificarlos para poder actuar con rapidez:
- Pérdida repentina de fuerza en cara, brazo o pierna de un lado del cuerpo.
- Trastorno repentino de la sensibilidad, sensación de "acorchamiento o hormigueo" de la cara, brazo o pierna de un lado del cuerpo.
- Pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos.
- Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse y ser entendido.
- Dolor de cabeza súbito de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
- Sensación de vértigo, desequilibrio si se acompaña de cualquier síntoma anterior.
Así, la doctora María Alonso de Leciñana, coordinadora del grupo de estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN) reconoce en una entrevista con Infosalus que la edad es un factor de riesgo de ictus que no se puede modificar y que, conforme pasan los años, mayor riesgo hay de padecer un episodio de estas características.
Además, sostiene que en edades más avanzadas, en las personas mayores, estos son más frecuentes en las mujeres, principalmente porque viven más años que los hombres, al mismo tiempo que resalta que los síntomas no son diferentes en los ancianos. Aquí advierte de que, en ocasiones, pueden no ser reconocidos por los pacientes o los familiares más próximos, especialmente cuando existe una discapacidad o una alteración cognitiva previas asociadas a la edad.
De hecho, la doctora Alonso resalta a su vez que los ancianos con más patologías muchas veces acuden más tarde al hospital porque síntomas ictus no son reconocidos, por lo que solicitan atención neurológica más tarde, un aspecto que dificulta la aplicación de los tratamientos.
"En general, el ictus siempre es muy brusco, pero es verdad que hay veces que tiene síntomas que avisan, un proceso que se conoce como "ataque isquémico transitorio", equivalente al infarto cerebral, y que suele resolverse. aunque si no se resuelve a tiempo dará lugar al citado infarto cerebral. Por ello hay que estar siempre muy atento a cualquier síntoma", advierte.
Por otra parte, la neuróloga del servicio de Neurología, y del Centro de Ictus del Hospital Universitario La Paz de Madrid destaca que un cerebro anciano tiene menos plasticidad, lo que disminuye las posibilidades de reparación y, por lo tanto, es frecuente que en el anciano las secuelas por ictus sean mayores que en pacientes de más corta edad.
Asimismo, dice que es frecuente que los ancianos tengan más enfermedades, lo que hace que su situación clínica global sea peor antes del ictus. "Esto contribuye a que el pronóstico global también sea peor", añade la experta.
Destaca también que en los ancianos es muy importante un adecuado control de los factores de riesgo cerebrovascular (hipertensión, tabaquismo, sedentarismo, obesidad, diabetes) ayudarán a prevenir la manifestación de un ictus.
Igualmente, la experta apunta que uno de los principales factores de riesgo de ictus, un tipo de arritmia que se llama fibrilación auricular, es más frecuente en ancianos. "Los infartos cerebrales por fibrilación auricular generalmente son más graves", precisa la especialista del Hospital Universitario de La Paz.
Sobre la rehabilitación, la experta del Centro Ictus del Hospital Universitario de La Paz de Madrid insiste en que debe estar "siempre indicada", aunque las posibilidades de recuperación sean pocas en los pacientes ancianos. "Siempre serán menos si no se trabajan", advierte, a la vez que subraya que el paciente anciano gracias a la rehabilitación podrá mejorar desde el punto de vista motor, o cognitivo.