En la actualidad se sobreentiende que un adolescente está dentro de la atención de salud mental infanto-juvenil hasta los 17-18 años, después se pasa a la salud mental general para los mayores de edad pero ¿puede un chico de 19 años ser tratado igual que los adultos desde la perspectiva de la psiquiatría?
ADOLESCENTES: TRANSITO A LA VIDA ADULTA
Hace un siglo el tránsito a la vida adulta se realizaba hacia los 14 años y a partir de ahí los chicos tenían que ganarse la vida, en la actualidad muchos jóvenes entre los 20 y los 30 siguen estudiando y viviendo en casa de los padres.
Según explica a Infosalus Josefina Castro, psiquiatra y presidenta de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNA), en la red de atención sanitaria en psiquiatría se pasa a la red de adultos oficialmente en esta edad pero existe una época hacia los 17-18 años en que algunos jóvenes tienen problemas en el paso a la vida adulta y otros pueden presentar los primeros síntomas claves en una patología mental. Así, los primeros episodios psicóticos se presentan con frecuencia entre los 15 y los 18 años.
"La atención psiquiátrica crea dificultades en estos casos, los psiquiatras infantiles tienen más visitas con los niños y la familia en comparación con la atención en adultos y este tránsito a otro sistema de atención no está del todo solucionado", señala la psiquiatra.
LA ADOLESCENCIA SUPONE UNA ADAPTACIÓN A LAS RESPONSABILIDADES DE FORMA PROGRESIVA
La adolescencia supone una adaptación a las responsabilidades de forma progresiva y en bastantes casos les puede costar asumirlas. Esta época es de riesgo para aquellos adolescentes con vulnerabilidad a la depresión. "Los padres deben consultar siempre que se observe una conducta no esperable en sus hijos, un cambio en sus hábitos o conductas, dejan de comunicarse, de salir con los amigos, los notan extraños, comen menos, etc. Puede haber un problema en alguno de los ámbitos de su vida", señala Castro, directora del Instituto Clínic de Neurociencias (ICN) del Hospital Clínic de Barcelona.
En los niños y adolescentes también existen patologías mentales que pueden estar relacionadas con un riesgo de trastorno depresivo, psicosis o patologías alimentarias. Siempre suele existir una predisposición genética que unida a la exposición precoz a situaciones ambientales como el consumo de cannabis o a una situación familiar dura, entre otros factores, pueden anticipar o desencadenar el desarrollo del trastorno.
En el caso de los adolescentes que no desean estudiar, ni trabajar y se muestran agresivos frente a sus padres, el origen de esta conducta es muy variado: la falta de motivación por los estudios, el consumo de drogas como el cannabis o tendencias agresivas desde la infancia que no han sido corregidas por pautas educativas adecuadas.
"Si no van bien con los estudios buscan alternativas en otros intereses como las nuevas tecnologías, el consumo de sustancias o algún otro escape. Todo ello puede relacionarse además con problemas que ya vienen de atrás como situaciones familiares conflictivas por separación, motivos económicos, emigración, etc., dificultades en la escolarización por déficit de atención o problemas de rendimiento. No todos los casos son lo mismo", señala la psiquiatra para quien la sociedad presiona en gran medida a los jóvenes para realizar estudios académicos cuando quizá muchos de ellos no lo deseen y se pueden buscar otras opciones.
MÁS TRASTORNOS MENTALES ASOCIADOS A LOS CAMBIOS SOCIALES
La educación de los menores ha cambiado entre las generaciones y la salud y las patologías asociadas también por la contaminación, la obesidad, etc., son enfermedades ligadas a una época y en salud mental sucede lo mismo.
"Las consultas de psiquiatría infantil han aumentado, vivimos en una sociedad más desarrollada y los profesores y los pediatras derivan en mayor medida al psiquiatra. Es obligatoria la educación hasta los 16 años, la sociedad es exigente y queda siempre otra proporción de chicos a la que cuesta orientar", señala la psiquiatra.
Las nuevas tecnologías han abierto un ámbito de actuación nuevo para los profesionales de la psiquiatría ya que pueden generar adicción entre los más jóvenes y esto puede añadirse a otro tipo de trastornos. "Los padres deben consultar cuando vean que les resulta muy difícil conseguir que el hijo siga unas pautas de conductas adecuadas. Para ello pueden realizarse grupos de asesoramiento a padres que les ayudan a poner los límites en casa y a cómo educar a los hijos cuya crianza es más compleja", continua Castro.
Los trastornos más asociados a la época de la adolescencia son los de conducta, el depresivo y el de sustancias. En el primer caso, los menores pueden llevar a cabo transgresiones que lleven a problemas con la justicia, son chicos más agresivos, que no obedecen y faltan de forma sistemática a las clases, llevan a cabo pequeños robos sin llegar a ser considerados delincuentes y pueden rondar los 14 años.
"Son chicos a los que cuesta ponerles límites. Cuando el menor ya está en esa situación no hay demasiados recursos, en el colegio ya es difícil en muchas ocasiones controlarles y a sus padres también les cuesta ponerles horarios y límites", señala Castro.
Estos trastornos de conducta tienen muy diversos orígenes. Elementos nuevos en la sociedad, mejores medios económicos, porcentaje elevado de padres separados con casas distintas y reglas diferentes, acceso a Internet que permite que hasta los niños llegue mucha información y que los padres en muchos casos no saben manejar ni controlan tanto como sus hijos.
INTERVENCIÓN PRECOZ
"Muchos niños crecen sin pautas de crianza coherentes. Ser padres de un niño fácil es sencillo pero con un niño difícil es más fácil cometer errores y puedes generar círculos viciosos y es bueno que te den pautas educativas", señala Castro.
Si se trata de un niño agresivo ya es visible desde los 7 años en su relación con los demás y sus propios hermanos. Es entonces cuando hay que instaurar las pautas en casa. "Si ves que no controla la situación, ya valorará el profesional, no hay que dejar que se vaya haciendo mayor sin actuar y el pediatra si ve la situación de riesgo ya van redirigiendo a salud mental. Incluso desde los 5 años es posible fijar pautas de actuación. Es importante la coherencia de ambos padres en la instauración de normas", apunta la psiquiatra.
"Si el problema está en casa pero no en el colegio se debe abordar en ese entorno. Si la alteración es sólo en una esfera, puedes conseguir con pautas que eso mejore. Los psiquiatras infantiles tienen que ver a la familia, el entorno, no sólo al niño. Se necesitan diferentes fuentes de información y los maestros también proporcionan información importante", explica la psiquiatra.
Según concluye Castro la especialidad de psiquiatría infantil y juvenil se acaba de crear y aún se está desarrollado en plan de formación. Es importante así para la psiquiatra que se implante lo antes posible.