Muchas personas necesitan plantillas blandas para mejorar las pisadas o corregir los problemas que han ido apareciendo en sus pies. También puede ser útiles para aliviar el dolor o prevenir lesiones y patologías futuras, por lo que se han convertido en una herramienta médico-ortopédica perfecta dentro de la rama de la podología.
Más allá de las plantillas genéricas que encontramos en cualquier lugar, si tenemos algún problema que tratar lo mejor es acudir a un podólogo. Ahí nos harán un diagnóstico concreto y nos fabricarán unas plantillas a medida completamente personalizadas según nuestro pie y nuestras dolencias.
Características de las plantillas personalizadas
Las plantillas de podólogo son, al fin y al cabo, el mejor tratamiento para unos pies que necesitan algún tipo de ayuda. Ellos son los únicos que pueden emitir un diagnóstico fiable sobre tu problema y quienes pueden prescribir cualquier tratamiento.
Este tipo de plantillas, fabricadas expresamente para el paciente, permite que los expertos en podología puedan tratar la patología concreta del pie: tendinitis, fascitis plantar, sinovitis, metatarsalgia… Todo para mejorar la pisada y el movimiento del cuerpo a completo.
Se trabaja con materiales de la más alta calidad, como el EVA, resinas y polipropileno o fibras de carbono y de vidrio. Diferentes mezclas y aleaciones hacen que el compuesto final sea resistente, cómodo y adaptativo. Es más, es importante no apartar la figura del podólogo una vez tengamos nuestras plantillas. Será la persona responsable de hacer un seguimiento de cómo evoluciona nuestro pie y de realizar los ajustes pertinentes en la plantilla o el tratamiento.
Diferencias entre plantillas a medida y genéricas
Puede que, ante una dolencia leve a la que no le demos importancia, prefiramos ir a cualquier sitio a comprar una plantilla prefabricada para evitar una visita médica. Esto es un gran error, pues podemos incurrir en una lesión todavía mayor por no tratar a tiempo nuestro problema.
La principal diferencia entre ambos formatos es que las genéricas se fabrican en base a un modelo estándar, con algunos elementos incorporados según la patología a tratar. Pero no hay dos pies iguales, por lo que nunca se ajustarán exactamente a nuestra problemática.
De hecho, lo más habitual es que estas plantillas poco específicas sean más un remedio para descansar el pie que para corregir una lesión. Sin embargo, las plantillas personalizadas siguen exactamente las instrucciones de un podólogo colegiado para adaptarse a la pisada y la patología de un paciente.
Además, debemos ser conscientes del método de fabricación de cada una de ellas. No se seguirán los mismos procesos ni se utilizará el mismo tipo de material. Las plantillas genéricas suelen tener una vida útil muy corta, y no garantizan su uso a lo largo de todo el tratamiento. El sudor, el propio uso o algún zapato concreto puede dañar y modificar la plantilla y agravar la lesión o forzar otras partes del cuerpo.
Como ves, acudir a un podólogo es lo más conveniente cuando tenemos una dolencia que tratar. Este especialista determinará el tipo de lesión que tenemos, cómo podemos solucionarla o corregirla y si necesitamos o no unas plantillas personalizadas. Estaremos así arreglando nuestro presente y previniendo nuestro futuro.